Wednesday, February 08, 2006

Las leyes y quienes las hacen

"Debes comprender que no gozamos de libertad individual. En mi propio país esta coerción ha sido llevada al absurdo, y hay tantas leyes que cumplir que nadie puede, ni aun aquellos que no dejan un instante de estudiarlas, conocerlas todas. Pagamos además a otros hombres para que hagan más leyes, de modo que, en teória, nuestras ataduras aumentarán con el tiempo, aunque en la práctica se abren otras posibilidades. En efecto, cuando aparecen nuevas leyes, se tiende a olvidar las antiguas, ya que observar y recordar tantos preceptos supera toda capacidad humana. No queremos más leyes, pero hemos puesto en marcha una máquina que nos arrastra a todos. No hay poder en la tierra que pueda detenerla. Muchos de nosotros despreciamos las leyes y tratamos de quebrantarlas siempre que podemos, aunque en secreto. Otros las respetan tanto que cometen cualquier bajeza sin vergüenza alguna si la ley no lo prohíbe."

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"En el país en que vivo hemos creado una curiosa situación. Fingimos que el pueblo hacelas leyes, para nosotros y los demás. Cuando lo pienso, comprendo que no es así; pero nuestra fe en el sistema ha tenido indudablemente muchas consecuencias.
El hecho es este: Nuestros antecesores, en un siglo anterior, creyendo haber descubierto el camino que nos llevaría a la libertad, imaginaron un plan por el que la gente de todos los pueblos y ciudades elegiría a uno de entre ellos. Estos hombres, reunidos, tendrían poder para promulgar leyes e imponerlas. Cada pocos años había que repetir la elección para reemplazar así a aquellos que no gustaran al pueblo.
Este procedimiento se siguió gurante muchos años, con consecuencias imprevisibles. Estos hombres, designados para hacer leyes, se han dedicado a su trabajo con presurosa diligencia, y nadie puede detenerlos. ¿Cómo sería posible detenerlos sino con una ley hecha por ellos mismos? Y nunca considerarán una ley semejante.
Resultado: vivimos oprimidos por el peso de la ley, a la que rendimos una obediencia parcial y confusa, conscientes de ignorar muchos de sus mandatos. Y todos los años, centenares de miles de hombres, que en su mayoría no han querido quebrantar la ley, son insultados y saqueados por los innumerables oficiales encargados de administrarla."

Fragmentos de El Mundo Subterráneo de S. Fowler Wright

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